El primer proyecto visado por Huerta que consta en Colegio de Arquitectos de Eivissa es de 1985. A partir de entonces centraría gran parte de su actividad en Sant Josep. No en vano, era el municipio de la isla, junto con el de Santa Eulària, que más prometía urbanísticamente. Sus Normas Subsidiarias estaban trufadas de suelos urbanizables -en concreto, 92-, gracias al frenesí reclasificador del equipo técnico de Alfonso Fernández Castro y a la complicidad política del alcalde, José Serra Escandell.
El cielo se le abrió a Antonio Huerta cuando, en 1996, pasó a ser el arquitecto municipal de Sant Josep. El creciente número de licencias, proyectos urbanísticos y expedientes que iba tramitando el Ayuntamiento, con solo un aparejador en su oficina técnica, llevó al equipo de gobierno a reforzarla con un arquitecto. Para ello se firmó un convenio con el Colegio de Arquitectos de Eivissa, presidido entonces por Salvador Roig, que dio lugar a la contratación de Antonio Huerta Briz. Muchos simpatizantes de la izquierda no dejan de sorprenderse todavía por lo chocante que resulta que Huerta iniciara su controvertida carrera precisamente de la mano de uno de los presidentes más progresistas que ha tenido esta entidad colegial.
Sea como sea, la cuestión es que un año después, en diciembre de 1998, el Ayuntamiento decide asumir en solitario esta plaza para cubrirla provisionalmente y convoca unas oposiciones a las que sólo se presenta Huerta, lo que llevó a la izquierda a denunciar que era una oposición «preparada» para él. Y, pese a todo, Huerta suspendió. Así que un año después el Ayuntamiento, para seguir manteniéndolo en el puesto, acude a un concurso de méritos en vez de a otra oposición. De este modo, Huerta será arquitecto municipal interino hasta el último día.
En el año 1999, Antonio Huerta ya se había convertido en el brazo ejecutor de la anárquica política urbanística de José Serra Escandell y, con sus dictámenes técnicos, se encargaba de amparar cualquier tipo de proyecto, por controvertido que fuera. Así, el Ayuntamiento `inventó´ un suelo urbano en la zona más protegida de toda la isla: Los Parques de es Cubells. También fue él quien dictaminó a favor de un edificio ilegal, con un piso de más, en Cala Carbó, o el que intervino a favor de una urbanización en Cala Molí que invadía un Área Natural de Especial Interés (ANEI), inedificable. «Este señor no es trigo limpio», afirmó la oposición en un pleno del 25 de noviembre de 1999. Las denuncias de los ecologistas del GEN se sucedían una tras otra, pero la respuesta del alcalde y del concejal de Urbanismo eran siempre la misma: «Los informes técnicos son favorables». Al igual que el legislador Henry Chirinos en la novela `La fiesta del Chivo´, de Mario Vargas Llosa, Huerta invertía todos sus conocimientos técnicos en dar una imposible cobertura legal a desaguisados manifiestos con informes que simplemente pasaban por alto aquellas normas que impedían los proyectos en cuestión.
Las sospechas de que ello se pudiera deber, tal vez, a que él mismo estaba relacionado con estos proyectos empezaron a crecer a finales de ese mismo 1999, cuando se conoció su pertenencia a varias empresas del sector inmobiliario que promovían construcciones en Sant Josep. Huerta promovió, por ejemplo, dos chalets ilegales en Cap Llentrisca que fueron paralizados por el Consell Insular. El Ayuntamiento, en vez de actuar contra el ex arquitecto y contra estas viviendas, decidió acudir a los tribunales para defenderlas, sufragando el litigio con dinero público.
Todo iba a su favor. Hasta se permitió intentar ganar la presidencia del Colegio de Arquitectos y anunció su candidatura en mayo de 2000. La reacción entre los colegiados fue inmediata y contundente, plantándole cara de forma casi unánime. Al final, el presidente fue Xavier Planas.
En noviembre de 2005 se hacía público que Huerta había emitido informes favorables al proyecto del edificio de Cala Carbó, a pesar de que lo tramitaba su nuera y a pesar de que era ilegal. Fue la punta del iceberg. Ya había sido imputado por el caso de Los Parques de es Cubells, pero ahora lo sería también por el de Cala Carbó y, luego, por el de la urbanización de Cala Molí, también tramitado por Pilar Fernández. Estos dos últimos casos se unificaron en uno solo, instruido por el juez Pablo Mendoza, que fue creciendo hasta desencadenar, tres años después, en su detención. Pero, de momento, el alcalde eludió cesarlo o sancionarlo, en una demostración de la infinita protección que le otorgaba.
Las diligencias instruidas por Mendoza fueron el resultado de las denuncias del GEN ante la Fiscalía de Eivissa. Luego se sumaron los datos aportados por el Colegio de Arquitectos -su propio gremio-, que hincharon considerablemente las evidencias contra Huerta, sobre todo gracias a la contratación de unos detectives de Barcelona que durante meses se hicieron pasar por promotores ante Huerta y que grabaron cómo éste violaba sus incompatibilidades profesionales. El vídeo, básicamente, permitió demostrar que muchos de los proyectos supuestamente promovidos por otras empresas eran, en realidad, del propio Huerta. «Estas también las he hecho yo», decía en el vídeo mientras paseaba entre hormigoneras. A la semana siguiente de que Diario de Ibiza publicara el vídeo, en diciembre de 2006, el arquitecto cesó en el cargo. Más de un funcionario municipal respiró, en silencio, aliviado, pues nunca tuvo grandes amigos en el Consistorio.
Más que por idealismo o ética, los arquitectos reaccionaron contra Huerta porque, sencillamente, «estaba acaparando todo el negocio, nos dejaba sin trabajo», admite este colectivo. Y es así: el volumen de proyectos que acaparaba el clan Huerta asciende a 160, según figura en las diligencias del juzgado. Sólo Pilar Fernández firmó unos 50, aunque muchos, según los testigos, eran obra de Antonio Huerta Briz. Las pruebas se suceden en cascada gracias a la eficaz labor del fiscal Antoni Torres y el juez Pablo Mendoza. Al final, las diligencias culminan, por primera vez en la historia de Eivissa, en un auto con cuatro órdenes de detención. Huerta duerme desde ayer en la cárcel de Eivissa.
3 comentarios:
¿Vaya sorpresa, mi amigo Huerta!. Yo fuí compañero suyo en el ciolegio de los Maristas de Salamanca, en Educación primaria. Le consideraba un gran amigo mío, a pesar de haberme hecho muchas faenas y desplantes que, como niños que éramos, pasaba por alto. Una vez lo tuvieron que echar de mi casa porque no se quería ir hasta hablar conmigo. "¿Pero quién te has creído que eres?" , le dijo mi madre. Y él contestó: "Un gran señor". Ya entonces apuntaba maneras... que he visto confirmadas hoy. Es una pena, pero le está bien empleado todo lo que le pasa, por chulo.
Salvador Roig, por entonces presidente de la Delegacion de Ibiza del Colegio de Arquitectos, promovio una campaña para proveer a los Ayuntamientos de la isla, para proveer plazas de arquitectos que en aquella época estaban ocupadas por aparejadores. Yo me presenté con Huerta en la misma convocatoria. Conocía de antemano el contenido del examen así que se gano el puesto. Estaba todo planeado para que entrara (su mujer esra en aquella época concejal por el PP de Sant Josep)
Hola Antonio,recuerdos de Paco "PAF"
Que buenos judiones nos hacíamos en tu casa en los tiempos del Edificio Cabiro en 1986.Recuerdos también a nuestro "amigo" San Armando de Asís,je,je.Siempre fuiste guay conmigo aunque no me necesitaras para nada lo cual dice mucho de tí.Recuerdos a tu familia y os deseo lo mejor. Un abrazo desde Marbella,tu amigo, Paco.(Mi amigo Sergio,el pintor, ya sabes quién,tiene mi teléfono e e-mail.)
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