miércoles, 20 de mayo de 2009

Algo sigue oliendo mal en fincas corral

Un grupo de ex-empleados denuncia a la compañía.

Josep Xicola, presidente de fincas Corral. El castillo de naipes que ha montado el empresario Josep Xicola alrededor de la empresa de intermediación inmobiliaria Fincas Corral se desmorona. A la compañía le han cortado las líneas de teléfono y su página web ha desaparecido de Internet. Tampoco existe la de Emcorr, la marca con la que el propio Xicola rebautizó la compañía que adquirió a Calixto Corral.

En los móviles de la compañía ya nadie contesta. Un grupo de ex empleados contratados por Xicola cuando adquirió Fincas Corral han decidido acudir a la policía y denunciar unos hechos que consideran como un delito de "estafa". Según explicó uno de estos empleados a elEconomista, "a nosotros nos contrató Xicola para lanzar una campaña de imagen en los medios de comunicación y convencer a la opinión pública de que todo era legal".

Sin embargo, "luego conocimos de primera mano el modo en que opera Xicola y decidimos denunciar los hechos a la policía". Posteriormente, "los Mossos d'Esquadra abrieron una investigación y nos reclamaron toda la información que teníamos al respecto, que entregamos en un disco de ordenador". Según los hechos denunciados, Xicola presuntamente ha tramado una estafa que consiste en la compra de empresas en crisis por un euro pero asumiendo la deuda que tiene acumulada. "

A cambio de realizar la operación, el empresario cobra al vendedor un 3% de la transacción, importe que tiene que ser abonado en efectivo y por adelantado a la venta", explican. Siempre según la versión de estos empleados, "Xicola ya ha realizado un centenar de operaciones de compra de empresas en crisis".

Don Piso y El CaseríoEl pasado jueves , los trabajadores de la empresa Nature Park viajaron de Huelva a Barcelona para manifestarse ante el despacho de Josep Xicola en el número 1 de Rambla Cataluña. Los trabajadores denuncian que Xicola había comprado la empresa a los anteriores propietarios por sólo un euro y que después, pese a que la empresa contaba con un plan de viabilidad apoyado por la Junta de Andalucía, el plan nunca se llegó a aplicar y ellos dejaron de percibir los salarios.

Según los propios trabajadores, ante las protestas y tras varias horas de negociación, Xicola aceptó firmarles unos pagarés que cubren los sueldos pendientes. La campaña de imagen que emprendió Xicola presuntamente tenía como objetivo acceder a la compra de grandes compañías en crisis como son la red de ventas inmobiliarias Don Piso o la fábrica de El Caserío que quiere cerrar la multinacional Kraft. Otra iniciativa de Xicola fue ofrecer al Gobierno y los ayuntamiento sus pisos para que fueran alquilados.
- Jordi Sacristán

martes, 19 de mayo de 2009

¡Qué quiebren las inmobiliarias!

Los promotores inmobiliarios, por lo visto, deben creerse que son una casta especial dentro del empresariado español para quienes no sirven las reglas de juego que se aplican en los demás sectores, por lo que quieren un trato especial. Según su visión, mientras en este país el año pasado desapareció la friolera de 100.400 empresas, a ellos, que han amasado fortunas astronómicas gracias a la intervención pública sobre el suelo, y en más de un caso también debido a la corrupción que la propia intervención propicia, ahora hay que salvarles de la quema.

Decepcionados en parte con las medidas que presentó Zapatero la semana pasada en el transcurso del Debate sobre el estado de la Nación, ahora amenazan a la banca con hacerles un agujero muy importante si no les ayudan. Pues bien, lo que habría que hacer es dejar a las inmobiliarias que quiebren para que purguen de una vez por todas los excesos que han cometido, que han llevado a la economía española a la situación en la que se encuentra actualmente.

Cada vez que los promotores hablan de quiebra me pregunto, bueno, si todas las empresas tienen reservas para afrontar los tiempos difíciles, ¿qué han hecho las constructoras con las suyas? Es más, si las inmobiliarias tienen tantos problemas, ¿por qué sus propietarios no se rascan el bolsillo, que lo tienen bien lleno después de tanto como han ganado durante la burbuja del sector, y recapitalizan sus compañías?

Esta es una de las grandes preguntas en torno a la crisis de la vivienda que permanecen sin respuesta... sin respuesta por parte de los promotores, por supuesto. Porque, desde luego, ninguno de ellos se va a morir de hambre ni va a vivir el resto de sus días en la indigencia, porque para eso han amasado sus fortunas comprando suelo, reteniéndolo varios años para que su precio subiera y después construyendo y vendiendo con márgenes de beneficio que superaban en muchos casos el 100% de todos los gastos.

Cuántas veces hemos visto cómo por cada dos pisos que se vendían, uno entero era todo beneficio para la inmobiliaria. Esos márgenes son impropios de una economía de mercado y sólo se producen donde la intervención pública restringe la oferta y provoca subidas artificiales de los precios, que en la crisis española, además, vinieron espoleadas por la política de dinero barato del Banco Central Europeo.

El resultado de todo ello fue que el precio de la vivienda se multiplicó por tres entre 1997 y 2007 mientras que los costes apenas crecieron, en conjunto, en torno al 30%. Esa diferencia entre precios y costes fue ganancia pura y dura de los promotores, a costa de que los españoles se endeudaran hasta las cejas con hipotecas que ahora muchos de ellos a duras penas pueden pagar. Entonces, ¿por qué no se encargan ahora ellos mismos de recapitalizar sus empresas, como harían y hacen otros muchos empresarios, en lugar de andar por un lado y por otro buscando quién les saque las castañas del fuego?

Lo mismo cabe decir respecto de los precios de la vivienda. Los promotores tratan por todos los medios de impedir que éste caiga para no perder dinero, negándose a entender que a lo largo de la vida de las empresas hay ocasiones en que se producen este tipo de situaciones. Por lo visto, ellos lo único que quieren es ganar siempre, y cuanto más mejor.

Sin embargo, no se dan cuenta de algunas cosas. Por ejemplo, que las familias no pueden afrontar precios de las casas nueve veces y media superiores a sus ingresos anuales –la relación óptima es de tres veces– porque les endeuda de por vida y sin capacidad de reacción cuando vienen mal dadas, como ocurre en estos momentos. Por ello ahora hay tantas resistencias a meterse en la adquisición de un piso a precios tan disparatados, porque los españoles, aunque con mucho dolor y sufrimiento, están aprendiendo la lección. Los promotores, en cambio, no.

Se resisten a asumir esas pérdidas y en lugar de hacer lo mismo que están haciendo los bancos y cajas de ahorros con los pisos embargados, esto es, ponerlos en el mercado con importantes descuentos, ellos quieren venderlos poco menos que a los precios de los momentos álgidos de la burbuja para no tener que asumir pérdidas.

Ahora bien, ellos, que argumentan que el sector debe volver a ser uno de los motores del crecimiento económico, se niegan a comprender que para que eso pueda tener lugar, los precios deben caer hasta volver a alcanzar esa relación de tres veces los ingresos anuales de una familia. Sólo así empezarán de nuevo a venderse pisos, porque en las circunstancias económicas actuales nadie se va a hipotecar hasta el cuello durante treinta años. Cuando los promotores entiendan y acepten esto, el sector empezará a remontar y, con él, la economía. Cuando lo hagan dependerá en cierto modo de ellos porque si siguen resistiéndose a bajar los precios, al final será la propia realidad quien lo imponga y de forma mucho más dura.

Así que, quien no esté dispuesto a rebajarlos y asumir pérdidas, a recapitalizar su empresa si hace falta, mejor que quiebre ya para que esos pisos y ese suelo que retiene salgan al mercado libre a los precios a los que deben salir. Por cierto, en esas amenazas acerca del agujero que pueden provocar a la banca deben tener en cuenta que la nueva ley concursal incluye la figura del empresario en quiebra, al que no se le permite volver a meterse en negocios mientras no liquide todas las deudas pendientes. Y muchos de ellos están metidos en otros sectores y otro tipo de actividades, además de la inmobiliaria. Así que menos lobos, caperucita.

Emilio J. González - Libertad Digital

sábado, 9 de mayo de 2009

Etapas de la burbuja inmobiliaria

La burbuja inmobiliaria en España, al igual que cualquier burbuja de precios, tiene un ciclo de vida, un esquema "tipo" que, aunque contenga pequeñas variaciones, siempre sigue un mismo recorrido, y por supuesto, el mismo final.

En el esquema superior se observa el comportamiento "tipo" o etapas de una burbuja de precios, y, en el esquema inferior, se observa la evolucióin de precios de la vivienda en España desde el año 1985 hasta la actualidad.

La fase de "take off" (despegue de precios) tuvo lugar durante los años 80, y la fase de "First sell off" (final de la primera fase de ventas) llegó sobre el año 1990. Con la crisis posterior de principio de la década de los 90, hubo una caída en el precio de la vivienda, caída que se conoce como la fase de "bear trap" (trampa de oso, o trampa bajista).

Sin embargo, inmediatamente después el precio de la vivienda siguió subiendo, inflado por inversores institucionales y corporaciones que invierten cada vez más y más dinero.

De aquí, llegamos al año 2000, donde el precio de la vivienda se dispara, principalmente porque el público general se lanza a la compra de vivienda, al ver que su precio se revaloriza año tras año.

Algunas corporaciones (entidades financieras y empresas privadas) aunque tarde, también invierten cantidades millonarias en la construcción, en muchas ocasiones mucho más de lo recomendable, cegados por el dinero fácil, la cultura del pelotazo y el ladrillazo.

Las fases de atención de los medios, entusiasmo, avaricia, engaño, y el establecimiento de la vivienda como "nuevo paradigma económico" se suceden matemáticamente. Todas estas fases anteriores están contenidas en al zona de inversión de dinero del público general.

Finalmente, llegamos a finales del 2006: explota la burbuja inmobiliaria en España. (entramos en la fase de explosión). Poco después entramos en una crisis económica y crediticia sin precedentes, agravando el problema. Entidades financieras, empresas privadas y familias que tenían invertido gran parte de su capital en activos inmobiliarios se dan cuenta de que el precio de la vivienda ha tocado techo.

Las fases siguientes se suceden: negación, fase que actualmente acabamos de superar (ya nadie niega que la burbuja inmobiliaria haya explotado, ni que el precio de la vivienda baje muchísimo). Es más, ya se hablan en los medios de rebajas y caídas de precios que podrían llegar hasta el 50% en algunas zonas.

Lo que queda por llegar

Nos dirigimos a una "bull trap" (trampa de toro, o trampa alcista), donde, el precio de la vivienda se estancará brevemente e incluso subirá ligeramente, para después entrar en las fases de miedo, capitulación y desesperación, donde la vivienda pierde valor rápidamente.

Después de que la fase de desesperación haya acabado, y muy probablemente coincida con una mejora sustancial en nuestra economía, el precio de la vivienda volverá a subir, lentamente, hacia su precio real.