jueves, 17 de julio de 2008

No respiraré tranquila hasta que no me devuelvan todo el dinero invertido

Mientras Martinsa-Fadesa intenta solucionar todos los problemas que le acarrea el concurso de acreedores solicitado voluntariamente, son cientos los afectados que muestran su inquietud por la situación en la que se encuentran tanto sus finanzas como las casas que todavía no se han terminado de edificar. Aunque la promotora ya ha dicho que todas las obras se acabarán y que se pagarán las deudas pendientes, el interrogante sobre el futuro planea en las cabezas de la mayor parte de los afectados.

Sandra Padovano es una de las propietarias de un chalé en el residencial Parque Colmenar, situado en la madrileña localidad de Colmenar Viejo.

Lo adquirieron en octubre de 2006 y la fecha de entrega era octubre de 2008. "Tenemos dos bebés y queríamos una casa más grande para que cada uno tuviese su habitación, vendimos nuestra casa en la playa para poder invertir", explica Sandra.

Desaparecieron los obreros

Les pareció extraño que una vez que se asfaltaron las calles desapareciesen los obreros, por eso comenzaron a informase. Primero solicitaron el aval bancario que deberían haberles entregado a los pocos días de firmar el contrato.

Conseguir ese documento se convirtió en una pesadilla, que ayer terminó gracias a una trabajadora que se apiadó de ellos. "Nos daban largas, nosotros sabíamos que no tenían aprobado el proyecto de ejecución y teníamos derecho a rescindir el contrato pero necesitábamos el aval para recuperar el dinero y ellos lo sabían", exclama Sandra, indignada.

Después de muchas idas y venidas al ayuntamiento, Sandra consiguió que una funcionaria le confesase que ese proyecto no se aprobaba porque la promotora no tenía dinero. "Ha sido un año de muchas tensiones, que ha acabado como nos imaginábamos, concurso de acreedores y nosotros sin casa, sin dinero y sin apartamento en la playa. Ahora tendremos que empezar de nuevo", explica.

Un futuro negro

La familia estaba muy ilusionada con su nueva adquisición puesto que iban a ser propietarios de una parcela con jardín y vistas a la piscina, sin embargo, ahora sólo quieren recuperar su dinero y olvidarse para siempre de Fadesa. "No respiraré tranquila hasta que no recupere los 90.000 euros que llevo invertidos y después buscaré una vivienda de segunda mano, que la vea levantada y que me guste. Yo no me arriesgo más", dice Sandra.

Se siente engañada, defraudada y estafada, y los abogados con los que ha hablado le pintan muy negro el futuro.

Además, piensa en las familias que no han podido recuperar su aval y que no lo tendrán tan "fácil"como ella. Se pregunta cómo ha sido posible que a la mayor inmobiliaria de España le ocurra esto y, sobre todo, cómo se ha permitido.

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